VISIÓN ACTUAL
El siglo XX ha supuesto una radical
transformación del concepto de arte: la superación de las ideas racionalistas de la Ilustración y el paso a conceptos más subjetivos e
individuales, partiendo del movimiento romántico y cristalizando en la obra de
autores comoKierkegaard y Nietzsche, suponen una ruptura con la tradición y un rechazo de la belleza
clásica. El concepto de realidad fue cuestionado por las nuevas teorías
científicas: la subjetividad del tiempo de Bergson, la Teoría de la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica, la teoría del psicoanálisis de Freud, etc. Por otro lado, las
nuevas tecnologías hacen
que el arte cambie de función, debido a que la fotografía y el cine ya se encargan de plasmar la realidad. Todos estos factores
producen la génesis del arte abstracto, el artista ya no intenta reflejar la realidad, sino su mundo interior,
expresar sus sentimientos.26 El arte actual tiene oscilaciones continuas del gusto, cambia
simultáneamente junto a éste: así como el arte clásico se sustentaba sobre una
metafísica de ideas inmutables, el actual, de raíz kantiana, encuentra gusto en la conciencia social de placer (cultura de masas). También hay que valorar la progresiva disminución del analfabetismo, puesto que antiguamente, al no saber leer gran parte de la población,
el arte gráfico era el mejor medio para la transmisión del conocimiento –sobre
todo religioso–, función que ya no es necesaria en el siglo XX.
Una de las primeras formulaciones fue la del marxismo: de la obra de Marx se desprendía que el arte es una “superestructura”
cultural determinada por las condiciones sociales y económicas del ser humano.
Para los marxistas, el arte es reflejo de la realidad social, si bien el propio
Marx no veía una correspondencia directa entre una sociedad determinada y el
arte que produce. Georgi Plejánov, en Arte y vida social (1912),
formuló una estética materialista que
rechazaba el “arte por el arte”, así como la individualidad del artista ajeno a
la sociedad que lo envuelve.27 Walter Benjamin incidió
de nuevo en el arte de vanguardia, que para él es «la culminación de la
dialéctica de la modernidad», el final del intento totalizador del arte como
expresión del mundo circundante. Intentó dilucidar el papel del arte en la
sociedad moderna, realizando un análisis semiótico en el que el arte se explica
a través de signos que el hombre intenta descifrar sin un resultado
aparentemente satisfactorio. En La
obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica (1936)
analizó la forma cómo las nuevas técnicas de reproducción industrial del arte
pueden hacer variar el concepto de éste, al perder su carácter de objeto único
y, por tanto, su halo de reverencia mítica; esto abre nuevas vías de concebir
el arte –inexploradas aún para Benjamin– pero que supondrán una relación más
libre y abierta con la obra de arte.28
Theodor W. Adorno, como Benjamin perteneciente a la Escuela de Frankfurt, defendió el arte de vanguardia como reacción a la excesiva
tecnificación de la sociedad moderna. En suTeoría estética (1970) afirmó que el arte es reflejo de las
tendencias culturales de la sociedad, pero sin llegar a ser fiel reflejo de
ésta, ya que el arte representa lo inexistente, lo irreal; o, en todo caso,
representa lo que existe pero como posibilidad de ser otra cosa, de trascender.
El arte es la “negación de la cosa”, que a través de esta negación la
trasciende, muestra lo que no hay en ella de forma primigenia. Es apariencia,
mentira, presentando lo inexistente como existente, prometiendo que lo
imposible es posible.

Representante
del pragmatismo, John Dewey, en Arte como experiencia (1934),
definió el arte como “culminación de la naturaleza”, defendiendo que la base de
la estética es la experiencia sensorial. La actividad artística es una
consecuencia más de la actividad natural del ser humano, cuya forma
organizativa depende de los condicionamientos ambientales en que se
desenvuelve. Así, el arte es “expresión”, donde fines y medios se fusionan en
una experiencia agradable. Para Dewey, el arte, como cualquier actividad
humana, implica iniciativa y creatividad, así como una interacción entre sujeto
y objeto, entre el hombre y las condiciones materiales en las que desarrolla su
labor.
José Ortega y Gasset analizó en La deshumanización del arte (1925) el arte de vanguardia desde el concepto de “sociedad de
masas”, donde el carácter minoritario del arte vanguardista produce una elitización del público consumidor de arte. Ortega aprecia en el arte una
“deshumanización” debida a la pérdida de perspectiva histórica, es decir, de no poder analizar con suficiente distancia crítica el
sustrato socio-cultural que conlleva el arte de vanguardia. La pérdida del
elemento realista, imitativo, que Ortega aprecia en el arte de vanguardia,
supone una eliminación del elemento humano que estaba presente en el arte naturalista.
Asimismo, esta pérdida de lo humano hace desaparecer los referentes en que
estaba basado el arte clásico, suponiendo una ruptura entre el arte y el
público, y generando una nueva forma de comprender el arte que sólo podrán
entender los iniciados. La percepción estética del arte deshumanizado es la de
una nueva sensibilidad basada no en la afinidad sentimental –como se producía
con el arte romántico–, sino en un cierto distanciamiento, una apreciación de
matices. Esa separación entre arte y humanidad supone un intento de volver al
hombre a la vida, de rebajar el concepto de arte como una actividad secundaria
de la experiencia humana.31
En la escuela semiótica, Luigi Pareyson elaboró
en Estética. Teoría de la
formatividad (1954) una estética hermenéutica, donde el arte es interpretación de la verdad. Para Pareyson, el arte es “formativo”, es decir, expresa una forma de
hacer que, «a la vez que hace, inventa el modo de hacer». En otras palabras, no
se basa en reglas fijas, sino que las define conforme se elabora la obra y las
proyecta en el momento de realizarla. Así, en la formatividad la obra de arte
no es un “resultado”, sino un “logro”, donde la obra ha encontrado la regla que
la define específicamente. El arte es toda aquella actividad que busca un fin
sin medios específicos, debiendo hallar para su realización un proceso creativo
e innovador que dé resultados originales de carácter inventivo.32 Pareyson influyó en la denominada Escuela de Turín, que desarrollará su concepto ontológico del arte: Umberto Eco, en Obra abierta (1962), afirmó que la obra de arte sólo existe en su
interpretación, en la apertura de múltiples significados que puede tener para
el espectador; Gianni Vattimo,
en Poesía y ontología (1968),
relacionó el arte con el ser, y por tanto con la verdad, ya que es en el arte
donde la verdad se muestra de forma más pura y reveladora.
EL CÓMIC

Ha sido una de las últimas incorporaciones a la
categoría de bellas artes. En la
imagen Little Nemo in Slumberland, el primer gran clásico del cómic publicado en 1905.
Una de las últimas derivaciones de la filosofía y el arte es la postmodernidad, teoría socio-cultural que postula la actual vigencia de un periodo
histórico que habría superado el proyecto moderno, es decir, la raíz cultural, política y económica propia de la Edad Contemporánea, marcada en lo cultural por la Ilustración, en lo político por la Revolución francesa y en lo económico por la Revolución industrial. Frente a las propuestas del arte de vanguardia, los postmodernos no
plantean nuevas ideas, ni éticas ni estéticas; tan sólo reinterpretan la
realidad que les envuelve, mediante la repetición de imágenes anteriores, que
pierden así su sentido. La repetición encierra el marco del arte en el arte
mismo, se asume el fracaso del compromiso artístico, la incapacidad del arte
para transformar la vida cotidiana. El arte postmoderno vuelve sin pudor al sustrato material tradicional, a la obra de
arte-objeto, al “arte por el arte”, sin pretender hacer ninguna revolución,
ninguna ruptura. Algunos de sus más importantes teóricos han sido Jacques Derrida y Michel Foucault.34
Como conclusión, cabría decir que las viejas fórmulas que basaban el
arte en la creación de belleza o en la imitación de la naturaleza han quedado
obsoletas, y hoy día el arte es una cualidad dinámica, en constante
transformación, inmersa además en los medios de comunicación de masas, en los
canales de consumo, con un aspecto muchas veces efímero, de percepción
instantánea, presente con igual validez en la idea y en el objeto, en su
génesis conceptual y en su realización material.35 Morris Weitz,
representante de la estética analítica, opinaba en El papel de
la teoría en la estética (1957) que «es imposible establecer
cualquier tipo de criterios del arte que sean necesarios y suficientes; por lo
tanto, cualquier teoría del arte es una imposibilidad lógica, y no simplemente
algo que sea difícil de obtener en la práctica». Según Weitz, una cualidad
intrínseca de la creatividad artística es que siempre produce nuevas formas y
objetos, por lo que «las condiciones del arte no pueden establecerse nunca de
antemano». Así, «el supuesto básico de que el arte pueda ser tema de cualquier
definición realista o verdadera es falso».
En el fondo, la indefinición del arte estriba en su reducción a
determinadas categorías –como imitación, como recreación, como expresión–; el
arte es un concepto global, que incluye todas estas formulaciones y muchas más,
un concepto en evolución y abierto a nuevas interpretaciones, que no se puede
fijar de forma convencional, sino que debe aglutinar todos los intentos de
expresarlo y formularlo, siendo una síntesis amplia y subjetiva de todos ellos.
El arte es una actividad
humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar una
experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción, o expresión
puede deleitar, emocionar o producir un choque.
Władysław Tatarkiewicz, Historia de seis ideas (1976).
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